La noche: espacio de reflexión
La noche se acerca.
Él sale de su trabajo y va a su casa. Sabe lo que le espera, el cigarro de
todos los viernes y la botella de Vodka en el frízer. La soledad, su más grande
compañía hace ya tres años. Luego leerá a Lovecraft (es el autor de la semana)
y se perderá en sus pensamientos hasta que llegue la inconsciencia del sueño.
Es que a eso lo llama la noche, a reflexionar sobre su soledad y cómo
combatirla. La noche como momento de soledad y reflexión.
Y es que durante el
día el ruido de la ciudad no deja pensar. Durante el día la gente debe ocuparse
del trabajo, de sus cosas, no hay momento que dé lugar a la razón. Durante el
día la cabeza no deja de funcionar y no se puede reflexionar sin tranquilidad.
Quizás resulte
traicionera para esto, pero ¿qué mejor que luchar contra el pesimismo de uno
mismo para llegar a las mejores conclusiones? Lo negativo va a aflorar en el
momento en que la luz decide no estar, y lo mejor va a ser sobrepasar eso
peleando con la razón y el optimismo que se pueda rescatar.
Para la soledad
nocturna el alcohol, un cigarro y literatura melancólica puede ser lo más fácil
para presentar en un escenario. Pero podemos pensar en el personaje
representado en la introducción como un ser totalmente feliz que eligió esa
vida, que lo utiliza para liberarse. No tiene por qué haber sido depresivo lo
descripto. La soledad es buscada por muchas personas; si bien se puede
reflexionar con otras personas, compartir opiniones o pedir opinión, la charla
con uno mismo es la que realmente ayuda al autodescubrimiento. No hay mejor
compensación que solucionar un problema o sobre ponerse a un malestar gracias a
nuestro pensamiento, a nuestra propia lucha.
La noche potencia
todo esto, ayuda a la retrospección y a escucharse a uno mismo. La noche calla
todas las voces humanas del día, los ruidos que no dejan que nos escuchemos, y
libera el silencio, las voces ocultas que quieren ser oídas, que buscan dar su
opinión. Está en las personas oírlas, hacer algo al respecto.
Hay mucha gente que
le tiene miedo a la soledad, y por eso busca huir de eso, se refugia en
maquillaje, ropas apretadas, amistades falsas, relaciones vacías. La soledad,
aunque no tenga fama de ello, puede ser la mejor aliada para salir adelante.
Sobre todo por las noches, ya que juntas dos supuestos totalmente depresivos.
Pero si podemos sobre ponernos a ellos, significa que podemos vencer a nuestro
enemigo más peligroso: nosotros mismos. Y así, seremos capaces de vencer
cualquier obstáculo que se interponga en el camino.
No debe desesperar
la noche, no debe desesperar la soledad, y si lo hacen, debemos controlarlo y
sacar el mayor provecho. Es el momento en que seremos más débiles y justamente,
el momento para hacernos más fuertes. Lo que no mata fortalece, y parece que la
noche está hecha para matar, coloca un manto oscuro y oculta todo lo que no
está permitido pensar durante el día, que nos sumerge en un pozo difícil de
salir. Pero al salir de él todas las noches, se crece, se es más fuerte y se
está mejor preparado para afrontar noches más cerradas que están por venir.
Entonces, lo que
podemos tomar como conclusión, es que debemos hacer todo lo contrario a la
creencia popular: no temer a la noche, afrontarla, utilizar su sabio silencio
para escucharla y reflexionar. Porque por más que no parezca, es el momento
justo para enfrentarse y ver todo lo lindo de la vida, así como desterrar todo
lo negativo. Y es que si se logra eso de noche, no se debe temer a más nada.