jueves, 20 de septiembre de 2012


  Ella había sido muy amable. Le mostró el lado hermoso de la vida que él no había sabido apreciar. Caminaron toda la tarde por ese precioso prado. Su risa, su cabello al viento y su mirada era todo en el mundo para él. Se mostraba sin problemas, risueña, irónica, divertida. Él, un tipo más de la rutina, que hoy había descubierto un nuevo mundo.
  ¿Es todo esto un sueño? Se despierta agitado. Angustiado por estar sólo en la cama. El calor del atardecer desapareció. Qué lindo que es soñar. Lástima que se limite sólo al sueño todo el placer y la alegría de vivir.
  Se queda meditando en la cama, cuando una puerta se abre. Es la que da al baño, se queda helado en la cama, sin poder de reacción. Podría ser un ladrón, un asesino, pero él está ahí, inmovilizado sin poder articular palabra. Todo eso sucede en un segundo en su cabeza, pero al ver esa mirada angelical asomando por la puerta con un gesto pícaro le vuelve el alma al cuerpo.
  No, no fue un sueño. Es la realidad. Esa preciosa mujer que le enseña a vivir está aquí, con él. Le sonríe y él de la incredulidad no le puede devolver más que dos ojos abiertos como platos. Ella continúa riendo y juguetona se posiciona al lado de él. Le pidió disculpas por haberlo despertado, es que precisaba ir al baño y no quiso molestarlo.
  El calor tan especial de este cuerpo tan hermoso acostado a su lado, de ese perfume tan dulce y único, esa mirada que lo desnuda, esa sonrisa… Agobiado por fin logra esbozar una sonrisa. Ella le da un beso. Se recuesta sobre su pecho y los corazones se encuentran en una dulce melodía entonada por latidos.
  El amor había llegado a su vida, el amor todo lo puede. La rutina quedó en el pasado y él vuelve a vivir.

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